8.7.12

Ser friki

Tengo un amigo - llamémosle Juan - a quien le gusta mucho el ajedrez. Más que gustarle, yo diría que le apasiona. No es que se dedique a ello, ni mucho menos, pero es una actividad que llena su vida de una forma u otra. Realmente él es operario en una fábrica, pero su mente está gran parte del día en otro sitio, con peones, alfiles y caballos.

Cuando se levanta, mientras se prepara el desayuno lee en internet sobre las últimas noticias en los diferentes campeonatos que hay en el mundo. Está al día de todos los torneos que se juegan y sabe la clasificación de cada jugador. En el trabajo, esa fábrica impersonal de producción automatizada, tiene la suerte de que en su misma sección haya otro gran aficionado. Todos los lunes cuando se ven por la mañana comentan los resultados del día anterior y las diferentes jugadas y estrategias que siguieron los maestros ajedrecistas, adornándolas con sus consejos y recomendaciones.Ninguno es un gran jugador de ajedrez, de hecho las pocas veces que juegan suelen perder con facilidad, pero viendo las jugadas de maestros siempre se les ocurren variaciones interesantes. No solo hablan de ajedrez mientras trabajan, en la comida el tema suele salir a menudo, si no es sobre jugadas y torneos, es sobre la vida privada o fortunas de algunos de los campeones, que también tienen su punto excéntrico. O también sobre piezas y tableros especiales, de coleccionista o exclusivos. O incluso se suelen extasiar largos minutos con repasos históricos de jugadas antiguas, los últimos programas informáticos de simulación o de supuestas conspiraciones maquinadas por gobiernos de más allá del telón de acero utilizando a superdotados ajedrecistas soviéticos.

Juan también fuera del mundo laboral tiene su espacio para el ajedrez. Cuando estudiaba en la escuela se hizo miembro de un Club Ajedrecista que le permitió hacer bastantes amigos con los que ha podido relacionarse todos estos años. Además, el club desarrolla muchas actividades y le da gran cantidad de oportunidades de enriquecer su vida social. Por ejemplo, las quedadas para tomar algo, jugar unas cartas o irse de excursión son muy habituales. Eso sí, siempre con el ajedrez de fondo, que es el aceite que engrasa la relación de todos los miembros y el tema de conversación casi omnipresente.

Juan tiene un hijo, Iván, al que le ha querido inculcar su afición. Cuando todavía sujetaba con dificultad los juguetes y sonajeros le regaló sus primeras piezas de ajedrez, fabricadas en una especie de plástico bastante esponjoso, para que se fuera familiarizando con cada figura. Para cuando el niño empezó a  leer, ya conocía perfectamente cada una de ellas y sus movimientos específicos. Al ver que al niño el juego se le daba bastante bien y que apuntaba maneras, le inscribió en el Club de Ajedrez en cuanto se lo permitieron, con ocho años recién cumplidos.

Durante los primeros años Iván iba al club simplemente a divertirse, tal y como un niño lo entiende. Juan le acompañaba siempre, sobre todo en los pequeños torneos infantiles que se organizaban entre los diferentes clubs, animándole y aconsejándole. Le dejaba disfrutar, pero aprovechaba cualquier ocasión para darle recomendaciones y enseñarle estrategias, algunas de ellas todavía imposibles de entender para un niño tan pequeño, pero Juan pensaba que le serían útiles para el futuro.

Evidentemente, los cumpleaños o reyes siempre han sido una excusa magnífica para regalarle a Iván objetos relacionados con la afición que su padre le ha inculcado. Infinidad de tableros, figuras de todo tipo, libros adaptados a su edad, programas de ordenador y juegos para la consola... La verdad es que a Iván le gustan un montón todos estos regalos, porque en el fondo es capaz de hacer cualquier cosa para ver a su padre sentirse orgulloso de él.

Toda esta actividad les ocupa una gran cantidad de tiempo. Las reuniones y entrenamientos del club y el desplazamientos a los torneos requieren de dos-tres días a la semana. Pero no se limitan a eso, los fines de semana es bastante habitual que Juan se descargue de internet partidas famosas o recientes (ya que es imposible encontrar programas de TV con contenidos sobre ajedrez) y las ven y comentan juntos. ¡Personalmente Juan se pasa tardes enteras viéndolas! Incluso cuando se van a la playa o al monte a pasar el día con amigos siempre lleva un pequeño ajedrez de bolsillo y aprovechan cualquier ocasión, por ejemplo mientras se prepara la comida o cuando otros echan la siesta, para echar una partida o practicar unos movimientos y jugadas con otros niños.

Supongo que compartirás conmigo que Juan es un poco "friki", como se dice ahora. O excéntrico, o chalado del ajedrez, incluso obsesionado. Como quieras llamarlo. Dedica muchísima parte de su tiempo y una enorme cantidad de sus pensamientos a su hobby. No hay muchas personas como el, con esa dedicación tan intensa y profunda a una afición..

Aunque espera un poco... prueba a cambiar las palabras "ajedrez" y "ajedrecista" por "fútbol" y futbolista" respectivamente y relee el texto anterior. Y piensa en la gente que te rodea. ¿Realmente no conoces a una buena cantidad de gente que hace cosas muy parecidas?

Aunque no sé si es lo mismo, claro. Se me ocurren unas cuantas diferencias entre el ajedrez y el fútbol:

- El ajedrez es una actividad intelectual, no de habilidad o física.
- Aunque es fundamental tener cualidades naturales, en el ajedrez el duro entrenamiento y la práctica sin descanso es la clave para poder llegar a ser un campeón reconocido.
- Los clubes de los jugadores de ajedrez no ganan sumas desorbitantes por traficar con sus jugadores.
- El ajedrez no mueve cientos de millones en publicidad.
- Los jugadores de ajedrez no suelen disfrazarse y vestirse de colores para jugar.
- Los campeones de ajedrez no suelen celebrar sus victorias medio borrachos ante millones de espectadores.
- Sus seguidores no celebran las victorias chillando por las calles y también emborrachándose.
- Los seguidores de un jugador no van a un campeonato a pasarse media partida insultando a su contrincante o a los jueces.

¿Quién es el friki?

11 comentarios:

Betawriter dijo...

Muy buena entrada. Ya se sabe que el término despectivo "friki" sólo sirve para quien se sale de la norma.

Emplear 16 cámaras y un sistema militar de seguimiento de objetivos para calcular los kilómetros recorridos por cada jugador, o tener un histórico de estadísticas detalladísimo de jugadores, resultados, etcétera y gente sabiéndose de memoria resultados y alineaciones de encuentros pasados, por supuesto, no es de frikis :)

Saludos.

Centinel dijo...

Gracias, Betawriter.
Esos que mencionas son "entendidos" o "expertos". Y lo de la tecnología tienes toda la razón. Lo ultimísimo.

Anónimo dijo...

Y luego no son capaces de evitar los incendios forestales!

Anónimo dijo...

Saludos de nuevo.
He leído con interés el último artículo porque el mundo del ajedrez siempre me ha atraído. Personalmente no lo practico, aunque conozco los rudimentos, pero mi hermano pertenece a un club, está federado y jugaba torneos (digo jugaba porque creo que este aspecto lo tiene abandonado, no sé si temporalmente).
A mi hermano le encanta dormir y no madrugar, pero recuerdo perfectamente cómo se levantaba temprano los domingos para jugar la partida semanal de la liga en la que participaba su equipo. A veces tenían que desplazarse hasta localidades relativamente distantes dentro de la comunidad de Madrid, y cuando no jugaban en casa solía volver a comer a las tantas de la tarde.
Muchas veces, en invierno, me contaba que habían jugado en locales sin un mínimo acondicionamiento, sin calefacción y con el abrigo puesto (mi hermano, más de una vez se resfrió).
Cuando era pequeño, mis padres y yo lo acompañamos en varias ocasiones a que viera en directo el torneo de Linares, donde pudo ver a grandes maestros a los que admiraba (en una ocasión llegó a jugar unas simultáneas con el mismo Kaspárov y logró tablas).
Así que al leer tus comentarios sobre ese amigo tuyo, no he podido evitar pensar en mi hermano, en sus interminables horas reproduciendo partidas en un tablero, y en su habitación atestada de libros de ajedrez.
Para mí mi hermano no es ni ha sido un friki, aunque sé que ha habido grandes jugadores célebres por sus "rarezas".
Y sí, coincido contigo en que hay mucho tipo raro entre los aficionados al fútbol (deporte que odio, dicho sea de paso), lo que ocurre es que están asimilados al sistema. Vamos, que nadan a favor de corriente.
Perdona lo extenso de mi comentario.
Por cierto, le envié a mi hermano el enlace a tu artículo para que lo leyera.
Natalia

Centinel dijo...

Sin emabrgo, es probable que muchos le consideren un poco friki. Sin emabargo, casi nadie tiene la misma consideración por los aficionados al fútbol.

Anónimo dijo...

Olvidaba decir que a mi hermano también le apasiona el fútbol (al contrario que a mi): tiene, igual que en el caso del ajedrez, montones de documentos sobre el tema, colabora con páginas de internet sobre fútbol, ha abierto recientemente un blog exclusivamente de fútbol, y está realizando un trabajo exhaustivo sobre fútbol y medios de comunicación (prensa, más concretamente), que con el tiempo puede que llegue a convertirse en tesis doctoral.
Así que ya ves, en este caso aglutina en sí las dos pasiones a las que te refieres.
Natalia

PRIMAVERITIS dijo...

jajajaja!! genial centinel ;) por cierto, yo a mi peque ya le he comprado el segundo ajedrez y juego con el aunque soy malísima y sin embargo no ha visto un partido de futbol en la vida, aunque no es mérito mío, lo odia de fábrica

Centinel dijo...

Ten cuidado, que a ver si va a ser el bicho raro de clase... ;)

aisisgallo dijo...

Buena entrada, te lo dice una friki de pro, aunque ni del fútbol ni del ajedrez, eso ya lo sabes XDD.

Es cierto que el término friki se sigue usando de forma despectiva por cierta gente, pero por suerte, para la gente de la que habitualmente me rodeo, ser friki es todo un orgullo, nosotros mismos nos llamamos así, y no tentemos ningún reparo en reconocerlo ante cualquiera.

Soy friki, sí, y desde que lo soy mi vida es mucho más divertida :)

Centinel dijo...

¿Qué tal si creamos es Twitter #soyfrikiyamuchahonra y convocamos a la humanidad friki a reivindicar su poderío?

Anónimo dijo...

No hay que irse a los extremos: nadie es mejor o peor, o más o menos friki por gustarle/practicar el ajedrez, el fútbol o el tiro al plato...

La verdad, reivindicar el frikismo enarbolando la bandera de la afición al ajedrez como algo más inteligente que la afición al fútbol, resulta pedante por no decir snob. Sólo falta la foto del gafapasta para redondear el asunto, dando a entender que los futboleros han de ser botarates envueltos en bufandas de colores gritando lo-lo-lo.

Simplificar es de idiotas. Etiquetar es de clasistas, y generalizar, de simples.