Oye, que cansino todo el rollo ese de ponerle la palabra
natural a todo para que pensemos que es más sano o que no le añaden porquerías. Cuando veo el pan de molde anunciándose como natural, intentó imaginar cómo será el árbol del que sale, pero como que no hay forma. Eso sí, la gente pica a destajo, aunque no lo reconozca. No lo saben ni nada los de marketing...
Lo que ya me molesta un poco más es lo de los remedios y pseudomedicinas naturales. Me ha vuelto la inquietud después de que la Ministra Mato (buen apellido para la ¿defensora? de la sanidad española) recomendara cambiar los tratamientos con dudosa eficacia terapeútica por hierbitas y similares. Muy propio de una ministra.
El caso es que es sorprendente la enorme cantidad de gente que pone al mismo nivel los remedios de naturopatía y los medicamentos de verdad. Incluso algún inconsciente por encima. Con la cantinela de que las farmacéuticas nos tienen a todos envenenados y nos quieren mantener enfermos para poder vendernos sus productos sin fin, nos repiten machaconamente sus mensajes. Mensajes que son, siendo suave, una soberana estupidez.
Por mi parte yo prefiero la química. Quizás haya algo de deformación profesional, pero sobre todo es por las siguientes razones, de cajón de madera de pino:
1- Las plantas no se crearon para curarnos
Como no pueden defenderse a mordiscos ni salir corriendo, la evolución ha dotado a las plantas de numerosos mecanismos para sobrevivir. Uno de los más eficaces es la presencia en
sus entrañas de compuestos tóxicos o indigestos, algo muy persuasivo con los animales más osados y que se atreven a probarlas. De hecho, si te das un paseo por el campo y te comes una pizca de algunas de las plantas que no conozcas de nada, lo más probable es que acabes con un buen dolor de barriga o medio intoxicado. Por lo tanto, el hecho de que uno de sus componentes tenga utilidad terapeútica es simple casualidad, ni la evolución ni la planta pensaron en nuestra salud cuando posibilitaron que se incorporara el compuesto beneficioso a su composición. Más bien al contrario, si por ellas fuera, creo que les encantaría ser capaces de envenenarnos a todos los que nos las zampamos.
Un ejemplo que ilustra bastante bien esta primera razón es el género de plantas llamadas
Aristolochia, usadas en la medicina tradicional china, egipcia y romana durante miles de años. Pues bien, hay diversos estudios, como "
Mutational signature of aristolochic acid exposure as revealed by whole-exome sequencing" y "
Genome-wide mutational signatures of aristolochic acid and its application as a screening tool" que han demsotrado que es altamente tóxica y cancerígena.
2-Los medicamentos de verdad siguen rigurosos protocolos para demostrar que funcionan
Para que se apruebe la venta de un medicamento
de verdad debe superar un montón de requisitos, pruebas en animales y en humanos y protocolos que aseguren mínimamente su eficacia y seguridad. Y son largos, caros y exigentes. Por ejemplo, en
este enlace, está los que sigue la FDA, la agencia del medicamento americana. Es cierto que no son perfectos, pero son muy fiables y cada día es más difícil conseguir nuevas aprobaciones, porque los nuevos medicamentos deben demostrar que aportan resultados superiores a los ya existentes. Por contra, los remedios naturistas no tienen que seguir ninguna exigencia ni protocolo, ya que oficialmente no son considerados medicamentos. Con tal de que no envenenen a nadie, se pueden vender con las estratagemas habituales de marketing que les asignan propiedades no demostradas.
3. Muchos medicamentos ya son naturales
La síntesis de moléculas y compuestos no es una tecnología sencilla, ni mucho menos. Por eso, a menudo para las empresas farmacéuticas, tras identificar un principio activo, es más económico y sencillo buscar un producto natural (planta, alga...) en el que esté presente y extraerlo mediante diferentes procesos.
4- El principio activo es el principio activo
Tanto en un medicamento como en un producto de herboristería lo que aporta el efecto beneficioso es lo mismo: El principio activo, un compuesto concreto. Químicamente un compuesto es un compuesto, sus moléculas son exactamente las mismas y sus propiedades también. Por eso, jamás se ha podido demostrar que un principio activo administrado desde una hierbecita tenga resultados diferentes a otro suministrado mediante una pastilla.
Ni se demostrará, claro.
5- Es mejor saber todo lo que se toma y cuánto se toma
Cuando se fabrica un medicamento, se sabe con exactitud qué contiene (componentes, principios activos, excipiente, etc.) y su dosis o concentración (cantidad). Sin embargo, es imposible saber con precisión la concentración de un componente en una planta. De hecho, esta concentración suele variar bastante en función de diversos aspectos de su entorno: Época del año, situación geográfica, climatología... Además, las plantas contienen infinidad de otros compuestos, junto con el principio activo que buscamos, algunos quizás conocidos, otros muchos seguro que no. Y teniendo en cuenta la razón número 1, creo que es mucho más razonable saber qué y cuánto tomas exactamente que tomarte un brebaje medio a ciegas.
En definitiva, en el tema de medicamentos y productos de naturopatía, más natural significa menos control, menos pruebas de que funciona, menos seguridad y menos conocimiento de lo que se está tomando. Yo lo tengo claro.