Hace un tiempo, en el estudio "Health Services As Credence Goods: A Field Experiment" (2017) se concluyó que las diferencias entre los dentistas a la hora de proponer intervenciones es inexplicablemente grande. Y que, para colmo, más de una cuarta parte de ellos propone tratamientos innecesarios a pacientes sanos y sin problemas dentales. No es la primera vez que se detectan este tipo de prácticas entre estos profesionales sanitarios. Hace unos cuantos años, la OCU publícó un informe en el que un porcentaje elevado también sugirió tratamientos complejos e innecesarios a personas que no los necesitaban.
Sin duda estos datos ponen sobre la mesa uno de los principales problemas de la sanidad privada: si los ingresos de un sanitario se relacionan directamente con el número de intervenciones que hace - que es la circunstancia de la mayoría de los dentistas - es posible que la motivación por aumentar sus ingresos sea uno de los factores clave a la hora de tomar decisiones. Estudios recientes muestran que una compensación modesta (como por ejemplo, una sencilla comida) puede aumentar la predisposición a prescribir ciertos medicamentos (1), así que no es extraño deducir que una compensación económica directa e importante influirá en una proporción significativa de profesionales.
Por si esta preocupación relacionada con los dentistas no era suficiente, hay otro tema sobre el que también deberíamos mantenernos alerta. Me refiero a lo que podemos deducir de un reciente estudio publicado en la revista científica JAMA sobre la prescripción de antibióticos, "Assessment of the Appropriateness of Antibiotic Prescriptions for Infection Prophylaxis Before Dental Procedures, 2011 to 2015" (2019). En esta investigación sus autores han recopilado los datos de las más de 160.000 visitas a consultas de dentistas en las que ha habido una prescripción de antibióticos como paso previo (uso profiláctico) a algún tipo de intervención, realizadas por parte de casi 100.000 pacientes.
Y sus conclusiones han sido tan claras como preocupantes:
"Más del 80% de los antibióticos recetados para la profilaxis de infecciones antes de las visitas al dentista fueron innecesarios".