Que el Tribunal Superior absuelva a una sanadora por timar miserablemente 18.000 euros a unas personas posiblemente angustiadas y desesperadas, con su padre aquejado de un cancer terminal, y prometiéndoles su sanación, es inquietante.
Sin entrar a valorar las luces ni cociente intelectual de las víctimas, algo que creo que no compete a un tribunal, cuando uno lee algunas frases de la sentencia no sabe si llorar... o temblar. Reir, no, desde luego. No se puede opinar más claro de como lo ha hecho Javier Armentia.
Tiene que ser duro ser timado, más aún si el timo está relacionado con aprovecharse de la muerte de un familiar, horrible si además absuelven al hijoputa, y tremendo si encima los jueces te dicen "te lo mereces por gilipollas". Sólo se me ocurren palabras gruesas, la verdad, así que mejor no digo nada.
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