Os cuento: mi libro, "El Cerebro Obeso", ya está disponible también en inglés: "The Obese Brain".
Con este proyecto quiero acercar la perspectiva neurobiológica de la obesidad, poco habitual y escasamente conocida, a todas aquellas personas de habla inglesa interesadas en el tema. El gran trabajo de traducción lo ha realizado Paul Trollope, que además de dominar prodigiosamente su profesión de traductor y profesor, es una persona con muchas inquietudes intelectuales. Ha sido un placer y un honor trabajar con él.
Además, de forma paralela a este libro, nace el blog con el mismo nombre, "The Obese Brain", en el que iré publicando artículos relacionados con la nutrición, la obesidad y el cerebro. La mayoría serán artículos seleccionados del blog "Lo que dice la ciencia para adelgazar", que trasladaré allí, convenientemente traducidos. Por lo que podría considerarse que será una especie de hermano gemelo menor más especializado.
El libro se puede adquirir en formato Kindle, epub, pdf y papel (Amazon y Lulu). Los enlaces, el precio e instrucciones pueden encontrarlos en este enlace del mencionado blog.
Así que si conocéis a alguien que le gusten estos temas, que no domine nuestro idioma y que prefiera la lengua de Shakespeare o que simplemente quiera practicar el inglés, este libro puede ser un buen recurso. O si vosotros mismos queréis colaborar con este proyecto, también podéis adquirir el libro, vuestra ayuda será muy bienvenida y agradecida.
La emoción de otro objetivo cumplido.
Y ahora a por el siguiente...
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8.5.16
Gafas, luz azul, antirreflectante y marketing del miedo
Si, como me pasa a mí, vuestra vista no es una de vuestras capacidades destacables, conoceréis perfectamente la sangría económica que supone el tema a lo largo de la vida. De pequeño tus padres se gastan una pasta porque rompes las gafas cada dos por tres. Cuando creces, te pasas a las lentillas y te gastas una pasta en reponerlas y en los líquidos de mantenimiento. Y según pasan los años, te gastas una pasta al adaptar las lentes a tus crecientes defectos visuales.
Soy miope y debo dejar claro que agradezco profundamente la existencia de la ciencia de la óptica y el trabajo de oftalmólogos y optometristas. Sin ellos mi vida sería una pesadilla. Pero también es cierto que si sumo todo lo que me he gastado a lo largo de vida en gafas, lentillas, líquidos y demás, la cifra es importante.
Os cuento todo esto porque el otro día fui a mi óptica habitual (Medical Óptica) a encargar unas gafas para mi hija - lamentablemente le ha tocado heredar los genes oculares de su padre - y resulta que me hicieron pasar un rato no demasiado agradable. Sin ninguna necesidad, en mi humilde opinión.