Siguiendo con el tema de hace unos posts, es relativamente normal que muchas personas crean que debe existir un Dios que haya creado el universo. Cuando nos vamos haciendo preguntas sobre este tema, es inevitable llegar a un punto en el que no tenemos más respuestas. ¿Qué pasaría si te encuentras con un creyente en el ascensor y sale este tema (algo muy habitual y frecuente)?
Creyente: ¿Cómo se crearon las estrellas y los planetas?
Escéptico: Por agregación durante miles de millones de años de partículas y átomos que se encontraban esparcidos por el universo, especialmente a causa de la gravedad.
¿Y cómo fue el inicio de nuestro universo, de todas esas partículas y átomos?
Según la teoría aún más aceptada en la comunidad científica, todo comenzó con el Big Bang, una especie de gran explosión (o mejor dicho, brutal expansión) que dio lugar a todo lo que conocemos.
¿Se pueden crear cosas de la nada?
Sí, según las leyes de la física, si se respetan ciertas condiciones pueden crearse cosas de la nada, por así decirlo (aunque la nada es un concepto humano no tan claro en física).
¿Y qué o quién pulso el botón del Big Bang?
No tiene por qué haberlo pulsado nadie, de nuevo según las leyes físicas en un momento dado puede aparecer sin ninguna causa la singularidad que dio lugar al Big Bang, por simple estadística.
¿Por simple estadística existe un universo tan "bien ajustado y engranado" como el nuestro?
No sabemos si sólo hay un universo. Podrían haberse creado tantos universos como estadísticamente fueran posibles, con leyes físicas muy diferentes. Serían prácticamente infinitos, pero sólo conoceríamos el nuestro, en el que habitamos, y quizás uno de los pocos en el que las condiciones son las adecuadas para lo que llamamos vida.
¿Y qué había antes?
Antes es un adverbio que describe una percepción humana en relación al tiempo. Todavía no sabemos qué es exactamente el tiempo, ni siquiera si es algo que tenga sentido en algunos ámbitos de la física. Si no existía el universo, puede que el tiempo tampoco. Hablar de un antes del universo puede que no tenga sentido. O puede que haya existido siempre.
¿No es así todo demasiado complicado? ¿No es más fácil creer en Dios?
Claro que es más fácil. Pero si sigues haciendo preguntas, si eres curioso, esa solución enseguida deja de ser válida. La historia ha demostrado que infinidad de fenómenos que se achacaban a los Dioses (la meteorología, las enfermedades, los astros, la vida, etc.) realmente ocurren por un conjunto de leyes físicas, químicas y biológicas. Cada día que pasa necesitamos menos a un Dios que explique el porqué de las cosas.
Pero sigue habiendo cosas sin explicar
Sí, muchas. Y ¿qué es más razonable, asignárselas a un Dios, sea el que sea, o seguir investigando y pensar, como ya ha ocurrido muchísimas veces, que la ciencia dará con la respuesta?
¿Y quién ha creado unas leyes físicas tan precisas y que encajan tan bien?
Hasta la fecha lo único que sabemos es que las leyes son iguales en todo nuestro universo, pero podría ocurrir que, como he dicho antes, existan infinitos universos con infinitas combinaciones de leyes diferentes, y la nuestra no es más que una de esas combinaciones. Sería una más.
¿No son todas esas explicaciones demasiado complicadas y poco precisas?
Si profundizaras tanto en tus preguntas sobre Dios, llegarías al mismo punto: ¿Y quién creo a Dios? ¿Qué había antes?
¿Llegaremos a saber algún día como fue el origen del universo?
Nuestro cerebro es limitado y por lo tanto, nuestra capacidad analítica también. Las máquinas y la inteligencia artificial nos pueden ayudar en este sentido, pero tal vez el universo sea tan complicado que nunca lleguemos a entenderlo y explicarlo en su totalidad.
El grillo es un artrópodo que excava su madriguera realizando un pequeño agujero y pasa casi toda su vida alrededor del mismo, peleándose con otros machos, alimentándose casi de cualquier cosa y frotando las alas tan sólo unos pocos centímetros más allá, a la espera de que alguna hembra se acerque y pueda aparearse con ella. Si por alguna razón se separa irremediablemente de su hogar, en cuanto pueda excavará otro y volverá a organizar su vida en un diámetro de tan sólo unos palmos. Un perro tiene unos horizontes más amplios. Si vive en el campo, marca su territorio con su orina, en una extensión que puede abarcar varios kilómetros cuadrados. Es capaz de tener un mapa mental de este terreno, en el que se desenvuelve con comodidad. Además, puede salir de él y recorrer con asiduidad varios kilómetros a la redonda, hasta llegar a conocer un espacio relativamente extenso. Una golondrina recorre distancias mayores a la búsqueda de alimento para sus polluelos. Aunque su nido es el centro de su actividad, vuela incansable, entrando y saliendo del mismo, y es capaz de conocer un área aún mayor desde su perspectiva aérea. Incluso, llegado el otoño y empujada por su instinto, recorre cientos de kilómetros hasta África, probablemente guiada, sobre todo, por los campos magnéticos terrestres.
El grillo, el perro y la golondrina están adaptados de forma excelente en su entorno. Sin embargo, es imposible hacer ver a cualquiera de ellos que la tierra es esférica y que es una gigantesca roca que gira a unos 100.000 kilómetros por hora alrededor de un monstruoso astro ardiente. Su cerebro no es capaz de comprender algo así. Quizás no seamos más que unos grillos intentando entender el sistema solar.
Hombre, compararnos con esos animaluchos tampoco es cuestión...
¿Y por qué no? Quizá no somos tan especiales. Es probable que si la historia hubiera sido algo diferente, ahora existirían varias especies de homínidos, igual o más inteligentes que nosotros. ¿El hecho de ser la especie más inteligente de este planeta, uno entre billones, nos da derecho a estructurar el increíblemente enorme y complejo universo en base a nuestras limitadísimas percepciones? Si hasta hace unos pocos cientos de años muy poca gente era capaz de creer que nuestro planeta es una esfera rocosa dando vueltas por el inmenso vacío en torno al Sol...
¿No es arrogante querer explicarlo todo con la ciencia?
Al contrario, la ciencia es humilde, porque parte de que casi todo está por explicar y las preguntas no se acaban. Arrogancia es afirmar que uno tiene "la explicación" para todo, como por ejemplo, un Dios, y exigir a los demás que se la respeten, aunque no aporte una sola prueba.
Bueno, vale, era el ascensor de un edificio un poco alto...
¡Magnífico!
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