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12.7.21

¿Ser joven o estar sano protege de sufrir Covid-19 grave o mortal?

En la fase actual de la pandemia es relativamente fácil encontrar a gente que piensa que si eres relativamente joven y/o estás sano, los riesgos asociados a la Covid-19 son despreciables. Y que incluso no merece la pena vacunarse. 

En este post voy a comentar la evidencia que he encontrado sobre los efectos del Covid en personas jóvenes o sanas, para poder conocer hasta que punto este tipo de ideas son correctas y están basadas en datos.

La juventud como factor protector

Desde el inicio de la pandemia se sabe que la edad es el factor de riesgo fundamental para sufrir una Covid-19 grave. Hemos sido testigos de cómo millones de personas mayores fallecían en todo el mundo por los graves efectos del coronavirus. Y los estudios han mostrado claramente que la mortalidad y la gravedad de la enfermedad aumentan exponencialmente en función de la edad. 

Por ejemplo, en el metanálisis "Assessing the age specificity of infection fatality rates for COVID-19: systematic review, meta-analysis, and public policy implications" (2020), se incluyó el siguiente gráfico sobre la relación entre la mortalidad de personas infectadas (IFR) y la edad, que muestra claramente esta relación exponencial:

Por lo tanto, es cierto que en la medida en la que la edad es menor, el riesgo de Covid grave o mortalidad por Covid se reduce en gran medida. Así que sin duda la juventud es un importante factor protector, lo cual se suele reflejar de forma muy clara en los porcentajes de afectados por la enfermedad, como estos datos de España (fuente, informe 7 julio 2021):




Viendo que en los rangos de edad más bajos los porcentajes son de muy pequeña magnitud, podría pensarse lo que comentaba al inicio del post, que entre los jóvenes el riesgo es inexistente. Pero esa idea está equivocada, conviene analizar los datos con mayor detalle para poder conocer su magnitud real. 

En las siguientes dos tablas, correspondientes a los periodos febrero 2020-mayo 2020 y junio 2020-julio 2021 (están separados porque desde el gobierno se modificaron los criterios de contabilización), podemos ver los datos oficiales en España de infecciones, hospitalizaciones, ingresos UCI y muertes por Covid-19 (fuente):



Si nos fijamos en las primeras filas de cada tabla, se observa que, a pesar de que con la edad el riesgo se reduce en gran medida, sigue habiendo una cantidad significativa de afectados. Por ejemplo,  considerando solo los menores de 40 años, ha habido aproximadamente 30.000 hospitalizados, 2000 ingresos UCI y 300 fallecidos. Si solo tenemos en cuenta los menores de 30 años sumarían unas 14.000 hospitalizaciones, 700 ingresos UCI y 100 muertes. Y en lo que respecta únicamente a menores de edad, en números redondos hablaríamos de unos 5000 hospitalizados, 300 ingresos UCI y 30 muertes. 

Conviene recordar que hablamos de un momento en el que en España ha pasado la enfermedad solo un 15-20% de la población. Estas cifras seguirían creciendo en la medida en la que se fuesen contagiando más personas. 

(Actualización: en el siguiente gráfico se pueden ver las hospitalizaciones semanales por Covid-19 de menores de 60 años en España, durante los meses de julio y agosto de 2021 - fuente - y se aprecia que durante el pico el grupo de edad con más hospitalizados es el de 30 a 39 años,  con casi un millar a la semana, seguido de cerca del de 40 a 49 y después por el de 20 a 29. Incluso entre los niños de 0 a 9 años y jóvenes de 10 a 19 las cifras fueron elevadas, 100 y 200 hospitalizaciones por semana, respectivamente):



Estas proporciones se repiten de forma similar y proporcional en otros países. Por ejemplo en el estudio realizado en EEUU con datos de tres cuartos de millón de niños y menores de 19 años, Children with SARS-CoV-2 in the National COVID Cohort Collaborative (N3C)" (2021, preprint) se calculó que  uno de cada 17 contagiados es hospitalizado y uno de cada 130 desarrolla enfermedad grave. Y en el estudio realizado en Inglaterra "Deaths in Children and Young People in England following SARS-CoV-2 infection during the first pandemic year: a national study using linked mandatory child death reporting data" (2021, preprint) se calculó que fallecieron 5 de cada 100.000 menores infectados por Covid (en este caso no se calcularon hospitalizaciones ni ingresos UCI, pero dado que la proporción de fallecimientos es similar a la española es posible que las cifras sean semejantes).

Por lo tanto, aunque son cifras relativamente pequeñas comparadas con las de edades avanzadas, no son despreciables. Y sin ninguna duda son mucho mayores que los posibles efectos secundarios que puedan tener las vacunas mRNA (Pfizer o Moderna), que suelen ser las que se aplican en estos tramos de edad. Tanto los posibles fallecimientos por este tipo de vacunas (de momento ninguno confirmado en España) como los casos de miocarditis (muy escasos y casi siempre leves) son de mucha menor magnitud que las miles de hospitalizaciones, ingresos UCI y muertes por Covid que se suman entre los más jóvenes. Por ejemplo, si hablamos de toda Europa, en el último análisis de la Agencia Europea del Medicamento se han analizado unos 300 casos de miocarditis y pericarditis tras 200 millones de dosis de Pfizer o Moderna y se ha concluido que los beneficios de la vacunación son mucho mayores que los riesgos, incluso entre los más jóvenes. Por su parte el CDC ha realizado un análisis de riesgo-beneficio de estas vacunas en jóvenes, identificando unos 40 casos de miocarditis por millón entre menores de 30 años en EEUU. Unos efectos muy inferiores a las seis muertes, 138 ingresos UCI y 560 hospitalizaciones por millón de personas que ha provocado el Covid-19 en este mismo tramo de edad en dicho país (se puede encontrar una explicación detallada y muy visual en español en este enlace del periódico El País). 

Por otro lado es bastante probable que la miocarditis derivada del Covid sea bastante más frecuente y grave que la miocarditis provocada por las vacunas. Por ejemplo, en el estudio "Risk of Myocarditis from COVID-19 Infection in People Under Age 20: A Population-Based Analysis" (2021, preprint), se encontró mucho mayor riesgo de miocarditis (seis veces mayor) entre aquellos jóvenes que se habían infectado con coronavirus comparados con quienes se habían vacunado. Por otro lado, en el caso de los niños la miocarditis es una patología que afecta a más de la mitad de los que sufren el síndrome inflamatorio múltiple (SIM) tras la infección (algo que ocurre a uno de cada 3000 niños contagiados). En ese sentido, en el estudio "Multisystem Inflammatory Syndrome in Children in New York State" (2020) se concluyó que el 80% de los casi 200 niños con Covid y SIM estudiados tuvieron que ingresar en la UCI y dos de ellos fallecieron. Por el contrario, en los análisis realizados por el CDC y otras agencias oficiales la inmensa mayoría de casos de miocarditis tras la vacuna se resolvieron sin problemas y en pocos días. 

Si alguien quiere profundizar en el tema de la miocarditis y sus riesgos, en este post se hace un repaso bastante completo y didáctico. De cualquier forma no me cabe ninguna duda de que durante los próximas semanas los expertos irán recopilando más información y se irán publicando más estudios que permitirán seguir realizando análisis e ir ajustando las recomendaciones de vacunación (por tipo de vacuna, dosis, etc.), especialmente entre los tramos de menor edad y los niños, para así optimizar la relación riesgo-beneficio. 

Patologías previas y gravedad de Covid-19

También desde el inicio de la pandemia se sabe que el hecho se sufrir patologías previas es un factor que se relaciona claramente con un mayor riesgo de gravedad de la enfermedad (ejemplo). Muchas personas que han fallecido o que han sufrido síntomas graves y secuelas importantes por Covid-19 también presentaban previamente indicadores de salud preocupantes o convivían con enfermedades importantes, como la enfermedad cardiovascular o renal, la diabetes tipo 2  o el cáncer. Esta relación se ha confirmado en numerosos estudios, como los siguientes:

El análisis de la influencia concreta de las patologías previas es complicado ya que la edad es un factor de confusión muy importante. Las personas mayores suelen presentar una mayor prevalencia de este tipo de patologías, por lo que hay que ser cuidadoso al hacer deducciones de causalidad. Algunas entidades oficiales ya están publicando y actualizando conclusiones basándose en los estudios más recientes, como el CDC (enlace). 

Por nuestra parte también podemos extraer información de estos trabajos para conocer mejor los efectos de la enfermedad entre las personas sanas, que es de quienes estamos hablando en este post. Por ejemplo, podemos explorar lo que ocurre en un colectivo especialmente joven y generalmente muy saludable, el de los atletas y deportistas. En este artículo del New York Times podemos conocer algunos casos bastante llamativos de atletas de élite que han estado gravemente afectados por el Covid-19. Y también se han publicado casos de muertes entre atletas jóvenes, en principio sanos y muy en forma (ejemplo). Pero lo cierto es que este tipo de información no deja de ser un recopilatorio de anécdotas con escaso valor a la hora de generalizar. 

Si nos centramos en publicaciones científicas, estas serían algunas que he encontrado sobre los atletas y el Covid:

  1. COVID-19 and the Athlete: Gaining Ground But Not Yet at the Finish (2021)
  2. Athletes Health during Pandemic Times: Hospitalization Rates and Variables Related to COVID-19 Prevalence among Endurance Athletes (2021)
  3. Prevalence of Inflammatory Heart Disease Among Professional Athletes With Prior COVID-19 Infection Who Received Systematic Return-to-Play Cardiac Screening (2021)
  4. Prevalence of Clinical and Subclinical Myocarditis in Competitive Athletes With Recent SARS-CoV-2 Infection (2021)

Leyendo las conclusiones de estos trabajos puede deducirse que la prevalencia de síntomas graves en este colectivo es baja y menor que la población en general. Pero no nula, ni mucho menos. 

Por ejemplo, en el tercer estudio se detectó un caso de miocarditis o pericarditis por cada 150 casos de  Covid-19. Y en el cuarto estudio se detectó un caso de miocarditis por cada 50 infectados. Esta prevalencia supone un riesgo bajo pero no despreciable. Y, de cualquier forma, muy superior a la posibilidad de desarrollar miocarditis por efecto secundario de la vacunación con los datos del último análisis del CDC, que sería de un caso de miocarditis por cada 25.000 vacunados.

Dejando los atletas a un lado, si nos centramos en la población en general la búsqueda de datos entre personas saludables se complica, ya que la mayor parte de las investigaciones se centran en la perspectiva contraria. Tiene lógica, ya que clínicamente es más útil estudiar a personas con problemas de salud y enfermedades, para así poder concretar el posible efecto negativo de patologías previas concretas y trabajar por prevenirlas. Por ello hay poca información sobre los efectos del Covid en personas sanas, pero he encontrado algunas publicaciones de las que podemos deducir algunas cosas. 

Por ejemplo, en uno de los primeros estudios sobre este tema,  "Risk Factors Associated With In-Hospital Mortality in a US National Sample of Patients With COVID-19" (2020), se apreciaba que aunque las personas sin patologías previas presentaban un riesgo de gravedad menor que el resto, también podían verse afectadas en un porcentaje significativo (un 30% de hospitalizados y un 12% de fallecimientos):


En otro trabajo más reciente y completo, la revisión sistemática "A systematic review and meta-analysis of geographic differences in comorbidities and associated severity and mortality among individuals with COVID-19" (2021), se analizó la relación entre la gravedad y mortalidad de Covid-19 y la existencia de numerosas patologías o condicionantes de salud previos, segmentado en tres grupos de edad (menores de 50, entre 50 y 65 y mayores de 65). En esta tabla pueden verse todos los resultados y en las siguientes figuras he extraído y resaltado los datos de casos graves y mortales entre personas sin patologías previas:



Como se puede observar, las personas sin patologías previas presentaron porcentaje menor de Covid-19 grave o mortalidad, pero tampoco fue un valor despreciable: un 19% de los casos graves (12% en los menores de 50 años, 26% en los de 50 a 65 años y 25%  entre los mayores de 65 años) y un 8% de las muertes (2% de los menores de 50 años, 8% en los de 50 a 65 años y 14% entre los mayores de 65 años). Cifras que son también muy superiores a los posibles riesgos asociados a las vacunas.

Por otro lado, en el metanálisis "Chronic Diseases as a Predictor for Severity and Mortality of COVID-19: A Systematic Review With Cumulative Meta-Analysis" (2021) de concluyó que las enfermedades crónicas y patologías previas se asociaron a más gravedad y mortalidad de Covid-19, pero también se detectó un porcentaje significativo de casos graves y muertes entre personas sin dichas patologías.

En otro estudio, "Underlying Medical Conditions and Severe Illness Among 540,667 Adults Hospitalized With COVID-19, March 2020–March 2021", publicado en julio de 2021 por el CDC, se analizaron los datos de más de medio millón de personas de EEUU con Covid-19, con síntomas graves y hospitalizadas, considerando una larga y exhaustiva lista de posibles patologías previas (incluyendo muchas no consideradas en otros estudios, como el colesterol elevado o la ansiedad). En el documento se incluye una tabla de la que podemos deducir las cifras y porcentajes para las personas sanas y sin ninguna de estas patologías identificadas (marcadas en rojo):


No presentaban ninguna patología previa 27.375 personas hospitalizadas, que suponía un 5,1% del total de hospitalizadas (es decir, una de cada veinte). Además, 7.150 ingresaron en UCI (2,9%), 1.166 fueron intubadas (1,5%) y 740 fallecieron (0,9%). Aunque no se dan cifras concretas, en el texto los autores señalan que en los tramos de edad más bajos el porcentaje de personas graves y sin patologías previas era mayor que en los tramos de edades más avanzadas.

Siguiendo con los tramos de edad más bajos, en el estudio "Clinical Outcomes in Young US Adults Hospitalized With COVID-19" (2020) se analizaron los datos de más de 3200 jóvenes de 18 a 34 años que habían pasado la Covid-19 y que habían tenido que ser hospitalizados. La investigación incluyó el análisis de la relación entre la gravedad de la enfermedad y la existencia de ciertas patologías o condiciones de salud previos, presentando el siguiente gráfico:


De esta figura puede deducirse que más de la mitad de los hospitalizados no presentaban las tres patologías previas identificadas, así que el hecho de estar relativamente sanos parece que no eliminó el riesgo de hospitalización por Covid-19 en este rango de edad. De cualquier forma, el riesgo de gravedad entre las personas sanas (barras de la izquierda) era menor que el de las personas con patologías previas (barras del centro y de la derecha). Pero no inexistente, ya que en el grupo de jóvenes hospitalizados y sin patologías previas, uno de cada 15 tuvo que ser tratado con ventilación mecánica y uno de cada 40 falleció.


Niños y patologías previas

¿Y qué ocurre cuando sumamos ambas condiciones, la juventud y estar sano? ¿Pueden ocurrir casos de covid grave entre niños sin patologías previas? Estos son los estudios que he encontrado y sus conclusiones al respecto:




Otros trabajos de investigación, aunque con menos detalle, también indican que el riesgo de efectos graves en niños sanos es menor, pero no desaparece:

Estar sano y ser joven protege, pero no totalmente

Todavía la evidencia no es muy abundante y sin duda durante los próximos meses iremos conociendo mejor la influencia de cada variable en la gravedad de Covid-19. Viendo los datos disponibles actualmente, está claro que la juventud y el estar sano son factores de protección, pero esta protección no es total, ni mucho menos. Aunque con menor riesgo, parece que hay un porcentaje de personas jóvenes y sanas que también enferman de gravedad e incluso fallecen. Y este riesgo es bastante mayor que el riesgo de los posibles efectos secundarios de las vacunas que se están aplicando en estos grupo de edad.

Es posible que haya quien piense que la clave está en definir correctamente "qué es estar sano" y que tal vez estos estudios previos no hayan incluido todos los factores que definirían una "persona saludable". Puede ser, pero hay que tener cuidado con este tipo de planteamientos - que también suelen hacerse con otras enfermedades - porque puestos a hilar demasiado fino se puede caer en el error de intentar considerar variables de dudosa causalidad, hasta casi el infinito. La perfección en salud es algo que realmente no existe y la culpabilización sin evidencia de personas enfermas es contraproducente. Además, los casos documentados en estudios sobre atletas y deportistas parecen indicar que las personas muy sanas también pueden enfermar de gravedad.

De cualquier forma conviene dejar claro que este post ha tratado sobre los efectos individuales, pero a la hora de evaluar una estrategia de vacunación masiva no solo hay que tener en cuenta la perspectiva individual, también hay que considerar otras posibles ventajas a nivel global y comunitaria en la lucha contra la pandemia. Las vacunas ayudan a frenar la transmisión (las personas vacunadas transmiten le enfermedad en mucha menor medida, estudio, estudio, estudio, estudio, estudio, estudio), a reducir la probabilidad de mutaciones del virus, a proteger a personas que por razones médicas no puedan vacunarse y a prevenir los posibles efectos a largo plazo entre los afectados ("long covid").

3 comentarios:

  1. Centinel, descubri hace poco tu blog y sinceramente te admiro. Quisiera ver si me podrias dar una respuesta convincente de por que vacunarme. Te explico, tengo 24 años, entreno fuerza/hipertrofia unas 10 horas semanales, hago 10.000 pasos minimo todos los dias, como bastante bien para mi gusto, duermo bien tambien (calidad y cantidad), tomo creatina, tomo sol o vit D, tomo cafe (200 mg de cafeina aprox seran), tengo sexo con mi mujer, creo que tengo tambien un buen control de mis emociones. Seguramente tengo bastante con que defenderme de casi todo lo que debe existir. Pero tambien ando desprotegido y sin miedo, voy al gimnasio y toco de todo y nunca me limpio, me toco las zonas con mucosas, nunca use el barbijo, nunca use alcohol en gel, me lavo asi nomas las manos en el baño casi siempre sin jabon, comparto mate y demas cosas, viaje en transporte publico y nunca me paso nada.

    Realmente se podria decir que soy de esas personas que esta buscando enfermarse pero no le sucede. Y ya va a ser año y medio que no me sucede. Quisiera realmente escuchar una argumentacion que me haga sentir que puedo estar equivocado en cuanto a que la covid esta siendo infladisima y exageradisima

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  2. Sebastián, este tipo des enfermedades son como una especie de lotería siniestra. Todos nacemos con unos cuantos boletos para que nos toque, algunos más que otros (por cuestiones genéticas). Si llevamos un inadecuado estilo de vida "compraremos" más boletos. Pero todos tenemos unos cuantos boletos de partida. Y no sabemos cuántos son.

    Esta lotería siniestra se sortea continuamente. Y cuantos más boletos tengas, más probabilidades hay de que te toque "el marrón". De momento has tenido suerte. Quizás la sigas teniendo en el futuro. O tal vez no, no puedes saberlo. Para minimizar el número de boletos y hacer lo posible por reducir el riesgo de que "te toque" puedes hacer algunas cosas (ninguna es infalible, pero algunas ayudan mucho): tener un buen estilo de vida, respetar las medidas preventivas y vacunarte. Ninguno te quita todos los boletos, pero los tres ayudan a reducir el riesgo. Evidentemente todo esto se ha demostrado con estudios científicos.

    Los argumentos que tú utilizas los utilizó mucha gente cuando se empezó a exigir el uso del cinturón de seguridad: "para qué voy a ponérmelo si conduzco muy bien y nunca me ha pasado nada". ´No pasa nada, hasta que pasa. De la misma forma que los accidentes de tráfico no dependen solo de nosotros, las enfermedades no dependen solo de nuestro estilo de vida. La vacuna es como el cinturón de seguridad, no es infalible pero si tenemos un accidente, protege. Y mucho.

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  3. Esa comparación de los que no se vacunan con los que no utilizan el cinturón de seguridad la hemos escuchado bastante en los últimos tiempos.
    El problema es que el cinturón de seguridad tiene una función que cumple al 100% (salvo que sea un cinturón defectuoso): la función es impedir que el cuerpo del conductor o pasajero salga despedido de su asiento e impacte contra el salpicadero, o, aún peor, salga despedido del vehículo.
    La función de una vacuna es inmunizar al inoculado, impedir que se contagie de la enfermedad contra la cual ha sido concebida. Y esa función se ha demostrado que ESTAS vacunas experimentales no la cumplen en lo más mínimo, además de que tienen riesgos secundarios evidentes.
    Así que esa comparación con los cinturones de seguridad es bastante poco feliz, a mi modo de ver.
    Saludos

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